lunes, 23 de noviembre de 2015

Percepciones extrañas II

Cambio de yeca...

            Decí, por Dios, ¿qué me has dao, que estoy tan cambiao, no sé más quién soy? Me miro al espejo y no encuentro el reflejo del guapo que soy. ¡Qué veo? ¿Un babieca al que dejaste colgao como a un jamón agriao, en un vetusto bodegón?
            Ya no compongo como antaño. La viola se rebela a regalarme unas notas y solo me ofrecen un rechiflao rock. Los acordes de un tango se van alejando como un día se alejó tu amor.  Me invaden, en cambio, sonidos extraños de un hardcore chiyón.
             Las lanas crecieron cubriendo la jeta y la dura gomina se desvaneció. Las polainas lustrosas desaparecieron y alarmantes chupines ajustan mis gambas.
             Sé de un capo vecino que una matina, envuelto en su catrera, despertó insecto. Sé, también, de una máquina de escribir que un chabón letrao vio transformarse en piantao bicho, de cuya barriga brotaban dolorosas palabras y le chamuyaban historias extrañas.
             Pero... ¡Araca! Lo que me acontece es superior a cualquier pena. Mi esencia maleva, yira que yira, se perdió en las crenchas de las notas roqueras. Lo que no he perdido, lo que no me ha abandonao todavía, es esta débil y yorona rima que de mi bobo vencido y maniao brota y brota sin consuelo.
             Decí por Dios, ¿qué me has dao, que estoy tan cambiao, no sé más quién soy? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario